Publicada el Lundi, 20 de mai de 2013

El Presidente acude a San Gregorio Ostiense para ser testigo del intercambio de varas entre los alcaldes de Los Arcos y Sorlada

Alberto Catalán ha acompañado a los arqueños en la tradicional romería a esta basílica barroca donde se conserva la reliquia del santo

El Presidente del Parlamento, Alberto Catalán Higueras, ha asistido esta mañana al tradicional intercambio de varas entre los alcaldes de Los Arcos y Sorlada en la basílica de San Gregorio Ostiense, situado en el término municipal de esta última localidad.

El acto forma parte de la romería que cada año, cuarenta días después de Pascua, protagonizan los vecinos de Los Arcos, quienes han subido hasta la cima de la basílica.

Una vez dentro, Jerónimo Gómez y Joaquín Lana, alcaldes de Los Arcos y Sorlada, respectivamente, se han intercambiado por un día sus poderes, previo “beso” de las cruces parroquiales de ambas localidades

Posteriormente, se ha celebrado también una misa en la que se ha venerado la cabeza de San Gregorio, reliquia que después sale en procesión para bendecir los campos.

Además del Presidente del Parlamento, también ha acudido la Presidenta de Navarra, Yolanda Barcina, y el consejero de Presidencia, Justicia e Interior, Javier Morrás.

La Basílica de San Gregorio Ostiense es uno de los conjuntos más sobresalientes del Barroco navarro. Levantada en honor a San Gregorio, obispo de Ostia, sorprende su presencia regia sobre una colina y abruma su portada, de gran riqueza y profusión ornamental. En el interior del templo deslumbra su cúpula, de la que desciende un chorro de luz que convierte el crucero en un espectacular espacio con cierto aire teatral, muy propio de la estética barroca.

San Gregorio fue probablemente uno de los primeros caminantes a Santiago de Compostela. Llegó al Reino de Pamplona en los últimos años de su vida, enviado por el papa Benedicto IX y gracias a su una gran visión del Camino, se volcó en la construcción de puentes como los de La Calzada o Burgos. Fue asimismo este cardenal y obispo de Ostia quien ordenó sacerdote a Santo Domingo de la Calzada.

La razón de ser el santuario de San Gregorio Ostiense es la propia reliquia del santo, su cráneo, que se conserva bajo un rico forro de chapa de plata. Centra la leyenda cómo San Gregorio, monje benedictino del siglo XI, libró a Navarra de una plaga de langosta que la asolaba. Sepultado en la basílica, pronto se convirtió en protector contra la langosta, el pulgón y otros insectos. De ahí la tradición de pasear la reliquia por múltiples localidades y pasar agua por la cabeza para posteriormente echarla sobre el campo con el fin de asegurar una buena cosecha.