Publicada el Mittwoch, 5 de April de 2017

Hitzorduak lleva hasta el Parlamento el perfil sexista de la tortura, en cuanto expresión concreta de la violencia hacia las mujeres

Aznárez aboga por “reconocer a cada víctima desde su especificidad” e insta al Estado a asumir que “se han cometido torturas y actuaciones ilícitas, también por funcionarios”

El Parlamento de Navarra ha acogido hoy la segunda edición de Hitzorduak, una sesión de carácter ciudadano que, promovida por el Foro Social Permanente, quiere contribuir a reforzar la convivencia como paso intermedio hacia la “consolidación de una paz justa y duradera”. En este caso, la jornada ha estado dedicada a analizar el impacto de la tortura en las mujeres, especialmente desde la perspectiva sexista, “la expresión más oculta e impune de una lacra oculta que conduce al silencio”.

 

El acto de apertura ha corrido a cargo de Ainhoa Aznárez Igarza, quien, a propósito de La generosidad como puente hacia la reconciliación, ha llamado a cimentar una “memoria crítica e inclusiva que, como garantía de erradicación y deslegitimación del recurso a la violencia para alcanzar objetivos políticos, incluya un relato elemental, compartido y anclado en el respeto a la dignidad de todas las víctimas”.

 

Así, en aras a la asunción de un “nuevo modelo de cultura ciudadana sustentado en la defensa integral de los derechos humanos” y, por ende, en la observación del “conflicto como elemento de respeto propio de sociedades dinámicas y diversas”, la Presidenta ha defendido el “reconocimiento de cada víctima desde su especificidad, con independencia del origen, significado y respaldo social que se esconda tras cada vulneración” de derechos y libertades.

 

Ainhoa Aznárez ha rehusado hablar de “matices” en el ejercicio de la agresión y, en ese contexto, ha censurado a quienes, en una muestra de “cinismo y ausencia de empatía difícil de entender, optan por obviar el dolor y la soledad que producen la tortura y, más aún, la humillación. La violencia no distingue de género, pero como vosotras bien sabéis, sobre las mujeres se ejerce en un contexto sexual. Por eso os agradezco de manera especial vuestra disposición a compartir la experiencia más dolorosa que, seguramente, habréis soportado en vuestras vidas”.

 

Al hilo de lo apuntado, la Presidenta ha aludido a la Ley Foral de reconocimiento y reparación de las víctimas por actos de motivación política provocados por grupos de extrema derecha o funcionarios públicos desde el 1 de enero de 1950 (aprobada el 26 de marzo de 2015 con los votos en contra de UPN y PPN y suspendida por el TC) para, tras negar justificación y “condenar de forma radical los asesinatos y las represalias de los golpistas del 36, de ETA y demás grupos terroristas”, emplazar al Estado a asumir que “se han cometido torturas y actuaciones ilícitas, en ocasiones a cargo de funcionarios públicos”.

 

A modo de colofón y después de poner en valor el papel de la sociedad en la “desnaturalización de la violencia como instrumento político”, Ainhoa Aznárez ha reivindicado el “derecho de esas otras víctimas a la verdad, la justicia y la reparación. Desde el respeto a los derechos humanos y a las prácticas democráticas, cualquier proyecto político debe poder ser planteado y desarrollado sin más límite que el de la adhesión social que logre recabar. De nuevo, gracias y felicidades por atreveros a comunicar y a salir del lado oculto”.


Tras la presentación, se ha celebrado una primera mesa redonda, Yo fui torturada como mujer, en la que han tomado parte Gloria Bosque, Mertxe González, Mariló Gorostiaga, Ainara Gorostiaga e Izaskun Juárez. La charla ha estado moderada por Yolanda Resano.

 

Gloria Bosque, detenida en junio del 73 y septiembre del 75, ha dado cuenta de sus vivencias durante los dos períodos de incomunicación en los que se sintió “denigrada” en su condición de ser humano “por el mero hecho de ser mujer. Me desnudaron y, golpes y amenazas al margen, sufrí toda clase de humillaciones y vejaciones de índole sexual, de palabra y obra. El trauma psicológico, el estado de terror que padecí llegó a tal punto que creí que iba a perder la razón y volverme loca”.

 

Más adelante, tras verse libre a raíz de la Ley de Amnistía del 77, Bosque denunció públicamente su experiencia, dio testimonio para la querella Argentina contra los crímenes del franquismo y se personó en el pleito entablado por el Ayuntamiento de Pamplona contra las secuelas del golpe del 36. “Hago mías las reivindicaciones memorialistas que actualmente las instituciones navarras empiezan a asumir. Para erradicar la tortura, lo primero es condenar el genocidio franquista”.

 

Mertxe González, detenida en octubre de 1983 y encarcelada durante 9 meses, ha relatado pormenorizadamente el cóctel de “torturas, juegos vejatorios y amenazas” que le llevó a “firmar una declaración en blanco. Sentí el chasquido de una pistola en la sién, me obligaron a desnudarme, a meterme el tampax en la boca, me introdujeron un palo de escoba por la vagina, me sobaron… Del miedo me oriné. Denuncié las torturas desde la cárcel y se archivaron. Quedé absuelta”.

 

De vuelta a su puesto laboral, “me conminaron a pedir el traslado porque ‘no había sitio para terroristas’. No accedí y me pusieron en una mesa contra la pared, sin darme nada de trabajo. Nunca nadie me ha pedido perdón, ni ha reconocido que las acusaciones eran falsas. Tampoco me dieron la oportunidad de identificar a mis torturadores”.

 

Ainara Gorostiaga, detenida en febrero de 2002 a la salida de la cárcel de Castellón, tras cursar visita a un “preso político”, padeció “nueve días de incomunicación inolvidables. En ese período sólo pude ver a los forenses y a los dos policías que me tomaron declaración. El resto del tiempo lo pasé con un antifaz, prácticamente la única vestimenta que se me permitió durante las tres primeras jornadas. Sufrí la bolsa, electrodos, la pistola, la porra, el sandwich, el palo en el culo a cuatro patas…Las insinuaciones hacia mi cuerpo fueron continuas”.

 

Tras dos años de cárcel y 15 de lucha interna, “he aprendido a convivir con todo aquello. ¿Cómo pude aguantar? Mi cuerpo estaba anestesiado, no sentía. No podía más, les dije que me mataran, que no sabía nada. Traté de huir engañando a la cabeza, inventándome cosas, pero siguieron hasta que me trajeron el guión escrito. Es lo que más me ha costado superar, mi declaración sirvió de base para que otras cinco personas pasaran por lo que yo pasé. Mi denuncia de torturas también fue archivada. Solo espero que la sociedad abra los ojos y comprenda que la tortura no es algo de Guantámo. Hace tres lustros UPN y PSN unieron sus votos para vetar nuestro testimonio en este Parlamento, que hoy nos abre sus puertas para que hablemos. Eskarrik asko”.

 

Izaskun Juárez, detenida en 2010, con 23 años y encarcelada durante 15 meses en Valladolid, se ha confesado “víctima de la persecución juvenil emprendida en 2008 a partir de una lista negra con decenas de nombres. Creí que estaba preparada, pero cuando me tocó el miedo me superó. Te enseñan que son capaces de hacer muchas cosas sin que les tiemble el pulso, tienen impunidad y hacen lo que quieren con tu cuerpo. Luego llega la vergüenza y la sensación de culpa, solo te queda llorar. Necesité terapia y, pese a mis lagunas, a la negativa de mi cabeza a recordar, fui capaz de interponer una denuncia dos años y medio después y de reconocer a uno de mis torturadores en el juicio. Te marcan para toda la vida, pero se puede salir adelante”.

 

Detenida en los años 90, Mariló Gorostiaga se ha declarado “afortunada por comparación. A mí ni me violaron ni me desnudaron. Su mayor empeño es que memorizara la declaración que querían. Luego, ya en la Audiencia, cuando Garzón me confirmó que el traslado corría también a cargo de la Guardia Civil, no me atreví a desmentir la declaración. Estás en sus manos, más que el dolor, es el horror del dolor. El médico de Carabanchel denunció las torturas, algo que me pareció increíble, pese a tener el hígado inflamado. La jueza, para quitarse de en medio, me sugirió que lo imputara todo a mi estancia en Pamplona. Finalmente se archivó”.

 

Concluido el primer debate, Begoña Uharte, del Foro Social en Navarra, ha disertado en torno a la Sociedad civil y los retos del proceso de paz advirtiendo sobre la importancia de “atreverse a solicitar reparación y reconocimiento por parte de la sociedad y de las instituciones. Hay que salir de la invisibilidad para, sin ánimo de venganza, demostrar que podemos convivir desde la diferencia. La tortura necesita un abordaje social. Los 693 testimonios recabados en Navarra y los 4.009 reunidos en la CAV ponen de manifiesto la magnitud de este sufrimiento oculto. Desde aquí, nuestra satisfacción por el desarme de ETA y por la actitud colaboracionista mostrada por el Gobierno de Navarra y la mayoría de esta Cámara”

 

La segunda mesa redonda ha versado sobre Mujeres torturadas y construcción de la convivencia y, con Expe Iriarte en labores de moderadora, ha contado con el concurso de Maider Caminos, licenciada en Historia del Arte, trabajadora del sindicato LAB y activista social, y Jeannette Ruiz Goikotxeta, psicóloga.


Abundando en la especificidad de la tortura femenina, Maider Caminos ha asegurado que las mujeres son “doblemente torturadas, primero por su disidencia política y segundo por su género, que es lo que les convierte en víctimas de un sistema patriarcal que se niega a vernos como sujetos políticos activos”.

 

En ese terreno, Caminos ha indicado que “cuando los hombres se alzan y desafían el orden impuesto lo hacen desde la valentía y la fortaleza masculina. La rebelión de las mujeres, por el contrario, tiene una connotación negativa, pues nuestro rol está más ligado a ser y estar que a actuar y eso nos crea un sentimiento de culpa mayor”.

 

Jeannette Ruiz Goikotxeta, por su parte, ha aludido a las secuelas psicológicas derivadas de una situación traumática que, como la tortura, “agota emocional y cognitivamente. A la confusión inicial le sucede el miedo a superar el dolor. La gente no entiende qué está pasando y se quiebra. Las diferencias de género son obvias, la utilización del sexo para denigrar se concentra, de manera fundamental, en la amenaza de violación”.

 

Y en cuanto al Protocolo de Estambul, se trata del “primer conjunto de reglas para documentar la tortura y sus consecuencias. Fue adoptado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en el año 2000, con el propósito de servir como guía internacional para la evaluación de las personas que han sido torturadas, para investigar casos de posible tortura y para reportar los hallazgos a la justicia o a las agencias investigadoras. La investigación impulsada por el Gobierno Vasco sigue estas reglas”.

 

El Foro Social en Navarra reúne a entidades y personas con una larga tradición en la defensa de los derechos humanos, dispuestos a trabajar de forma inclusiva y horizontal en torno a cuatro ejes: desmantelamiento y desarme; integración de presos/as y huidos/as; promoción garantista de los derechos humanos; y fomento de la convivencia futura sobre unas bases justa de verdad y memoria.

 

La iniciativa de esta tarde, segunda tras el encuentro entre víctimas de diferentes expresiones violentas celebrado el pasado 4 de noviembre, se enmarca en el deseo de “impulsar la participación directa de la ciudadanía en el proceso de consolidación de una paz ecuánime y duradera”. Se trata de una tarea que, dada su “complejidad”, requiere de aportaciones “civiles, institucionales y a nivel de expertos”, todo ello desde un enfoque “responsable, plural y autocrítico”.

 

Entre las alrededor de 120 personas asistentes al Pleno Social se encontraban Joseba Asirón, Alcalde de Pamplona, Arturo Goldaracena, Alcalde de Tafalla, Koldo Leoz, Alcalde de Estella y Unai Lako, Alcalde de Aoiz, Álvaro Baraibar, director general de Paz, Convivencia y Derechos Humanos, además de los/as Parlamentarios/as Koldo Martínez (Geroa Bai), Miren Aranoa, Bakartxo Ruiz, Asun Fernández de Garialde, Maiorga Ramírez, Arantza Izurdiaga, Esther Korres (EH Bildu), Laura Pérez, Tere Sáez (Podemos-Ahal Dugu).